Con un problema de esta envergadura, encontrar una solución única es poco realista. Empezar a comprender qué sustancias químicas conllevan los efectos potencialmente perjudiciales es un paso en la dirección correcta.
Preocupantemente, se ha informado de que aproximadamente 1.000 sustancias químicas pueden tener efectos de alteración endocrina.
La educación sobre las SAE ayudará a los consumidores cotidianos de productos; sin embargo, la responsabilidad también recae en los fabricantes de productos químicos, que deben reducir la cantidad de sustancias químicas que utilizan y de las que ya se sabe que tienen efectos peligrosos.
Afortunadamente, los responsables políticos están dando pasos en la dirección correcta con la introducción de normativas como REACH, que exige el registro, la evaluación, la autorización y la restricción de las sustancias químicas.
La ONU publicó recientemente una lista de sustancias químicas que habían sido sometidas al menos a una «evaluación científica exhaustiva», por haber sido identificadas como posibles SAE. La lista incluía 45 sustancias de 18 grupos químicos, entre ellos ftalatos, bisfenoles y parabenos.
La reducción y posterior eliminación de las SAE de los productos y procesos de fabricación es la única solución completa para las empresas químicas; sin embargo, con un problema de esta magnitud, esto llevará inevitablemente tiempo.